lunes, 24 de septiembre de 2012

El día que te olvidé

Nada como una limpieza en facebook como para darte cuenta del paso del tiempo. Tan inmersos nos encontramos en esta red tecnológica del siglo XXI, que sin darnos cuenta hemos cambiado a nuestro amigos por tweets; a nuestra familia por amigos en Farmville; a nuestra privacidad por un perfil publico. Tan sumergidos estamos en ese mar de comunicación que no nos hemos dado cuenta de los que han naufragado en él.
A veces pensamos que nos falla la memoria, e incluso hay quien dice que directamente no la tiene. Lo cierto es que la memoria simplemente se atrofia si no la ejercitas, y parece que poner en forma nuestra cabecita loca no esta de moda. A veces es mejor no recordar para no darse cuenta de todo lo que hemos dejado en el camino, y más aún, a los que hemos perdido en ese camino. El tiempo pasa para todos, y con su mano invisible nos transforma a su antojo sin apenas darnos cuenta. en cierto sentido es normal, ya que la adolescencia, la madurez y la posterior y cada vez mas retardada vejez implican cambios físicos y psicológicos que hacen que toda persona cambie. Esos cambios mas allá de ser un mero resultado fisiológico fruto del paso natural del tiempo, son también el resultado de un cambio más intrínseco casi imperceptible para los inocentes mortales. EL carácter, la conducta, la forma de ser, el humor y hasta las convicciones políticas o religiosas se ven alteradas por el paso del tiempo. Podría ser normal, si pensamos en que nuestras circunstancias están supeditadas a su vez a constantes cambios. Cambio de trabajo, de pareja, de residencia, de lugares de marcha y bares varios... . Es perfectamente normal que la gente cambie, evolucione y hasta se reinvente e intente buscar su lugar en el mundo que le ha tocado vivir. Pero ?cuando se cruza la delgada linea que se para ese paso del tiempo con la caída en el olvido? Revisa tus contactos en Facebook e intenta recordar cuando fue la última vez que hablaste con todos ellos. Es más, atrévete a pensar si alguna vez has hablado con algunos o la mayoría de ellos o son simples frutos de la fiebre de tener mas contactos que nadie. todos tenemos un puñado de gente en FB a la que no le dirigimos la palabra, no por ningun motivo en especial, simplemente  por no tener nada que decirles, pero no les borras porque tampoco tienes motivo para hacerlo y hacen bultito en tu perfil.  Quizá a otros tantos simplemente les mantienes en tu lista por ser amable, o por cotillear de vez en cuando, o para que vean algunas fotos en tu mas fabulosa pose. Es curioso como buscamos la aprobación pública se vuelva tan importante, que ya piensas en colgar fotos en tu perfil antes de haberlas sacado. Ya no se hacen fotos como las de antes, aquellas que solo el de la tienda de fotos tenía el privilegio de ver en primicia. Ahora, borramos, corregimos, editamos, seleccionamos y retocamos las fotos hasta conseguir esa imagen perfecta de una noche de fiesta, de una escapada a la playa, del tipito que lucimos en la playa, de nuestra pareja perfecta con su mejor sonrisa porque algún ex está en nuestros contactos.  Tan preocupado estamos porque un puñado de medio desconocidos nos vean brillar en todo nuestro esplendor que a veces se nos olvida la gente que importa de verdad, esas personas que están en nuestro perfil por ser bueno amigos, que han compartido algo más que un "like" contigo.
Pero no sólo el antifaz cibernauta nos tapa los ojos. no solo las nuevas tecnologías nos hunden en la era del silencio. Hay tantas cosas que te alejan cada vez mas de aquellos que una vez fueron una parte muy importante de tu vida, que formaron parte de ella, que formaban parte de ti. Será simplemente una carrera cronológica, la distancia física o geográfica, los malos entendidos, las rupturas, los errores cometidos y las palabras mal dichas,... Serán miles de cosas, obstáculos que a veces parecen insalvables y que hacen que alguien se sature de tí o tú te satures de ellos. Pero entre amigos no debería ser así, no deberían levantarse muros que el tiempo haga cada vez mas altos. El tiempo y el silencio se hacen íntimos amigos, y allí donde algo hubo acaba siendo un desierto, pasto de olvido.
Que duro es a veces entrar en FB, ver alguien con quien solías hablar a diario y con quien ahora sólo intercambias un "happy Birthday", o cambiar de móvil  y empezar a copiar números desde el antiguo teléfono y ver todos esos números que tus dedos ya no se atreven a marcar. O revisar esos olvidados álbumes de fotos, o esos archivos que crían ciber polvo en tu ordenador y ver esas caras familiares que en algún punto de tu vida pasaron a ser conocidos, tras haber sido buenos amigos.
El agujero negro no sólo se encuentra en el espacio, sino en nuestra vida diaria. Está hecho de meses de espera y llamadas perdidas, de mensajes enviados y respuestas anodinas, de perfiles husmeados y comentarios ahogados. Ese  agujero negro sólo lo creamos nosotros, con nuestros relojes indolentes y nuestra impasible existencia en la que dejamos que, cada mañana,  actualizar el perfil en la red sea el primer contacto con el mundo exterior. Ese agujero se agranda con cada día que pasa sin hablar, con cada cerveza que no compartes, con cada fin de semana que no llamas. En cada pequeña reflexión debería haber un mensaje, una moraleja o un latiguillo del que se supone que ha que aprender algo. Ese latiguillo será hoy "valora a los que tienes a tu lado, pues un día sin darte cuenta puede que ya no estén."