jueves, 27 de octubre de 2011

Muchas opciones, pocas decisiones


Decisiones, un término tan aterrador como una visita al dentista. Hay gente que, ya sea por un talento natural, por una estrella con la que parecen haber nacido, o por la confianza en sí mismos que les guía en cada momento decisivo de su vida, son capaces de tomar decisiones en el chasquido de un dedo. Cada vez que se ven en una bifurcación, saben qué camino tomar, analizan las posibilidades, las posibles consecuencias, las implicaciones o perdidas de tomar un camino u otro, y siempre parece que toman la decisión acertad. O, aunque se equivoquen, consiguen aprender algo de sus errores, levantarse y seguir adelante. Incluso hay gente que conducida por un natural instinto aventurero, por la adicción al riesgo, por la emoción de lo desconocido, toman decisiones sin ningún tipo de análisis ni preocupación y simplemente se dejan llevar por la situación, "go with flow" diríamos aquí en Londres. Pero para los que nos acobardamos ante decisiones como qué tipo de champú comprar, las cosas no son tan fáciles. En la actualidad tenemos tantas opciones donde elegir, tantos diferentes cambios que seguir, tanta gente a la que conocer, que cada vez es más difícil tomar una decisión. En un mundo que cabe en la palma de la mano y en el que los únicos limites parecen estar definidos por la cobertura de nuestro móvil, es normal tener cada vez más dudas a la hora de decidir qué camino tomar. No tanto por equivocarnos, o por las posibles malas consecuencias de esas equivocaciones, pues se supone que de todo se aprende, de todo se adquiere experiencia y sabiduría etc., sino por lo que nos estamos perdiendo al elegir un camino y no otro. Por ello a la hora de comprometerse con un trabajo, con una pareja, con una hipoteca, las dudas acechan como aterradoras voces que nos hacen pararnos a pensar en si nos estaremos equivocando. Si me comprometo en una relación, no solo me asusta el que no salga bien y acaben rompiéndome el corazón, me asusta el hecho de que no saldré a ligar el próximo fin de semana. Si me comprometo a un trabajo serio, me echa para atrás el no poder disfrutar de la libertad que estar en paro y viviendo con mis padre me proporciona, si me meto en una hipoteca, me preocupo, además de que la crisis no me permita pagarla y acabe como todo lo demás en manos del gobierno, el no poder dejarlo todo de repente y largarme al punto más recóndito del mundo porque las obligaciones financieras no me lo permitirían. Quizá estamos demasiado consentidos materialmente y hemos pasado de las ambiciones a los inconformismos exacerbados. Porque lo cierto es que, en muchos casos, no sales a ligar los fines de semana, sino que te tomas unas copas con los amigos mientras te quejas de tu amarga vida, por lo que tener pareja no cambiaria tus rutinas. Por mucho que estar en paro te permita dormir hasta las doce, salir hasta el amanecer y sentirte como un estudiante hasta que cumples los 40; la falta de pasta, el agobio de los padres y el no tener un lugar propio donde ser tu mismo, donde echar un polvo sin pretender que estas escuchando música con un amigo en tu cuarto, o poner un programa del corazón sin arriesgarte a la reprobación social, acaban por amargarte la existencia. Así como el pasarte la vida pagando un alquiler por algo que jamás será tuyo, acaba por convertirse en otra forma de tirar el dinero, ya que sigues pagando una renta por espacio, generalmente limitado y necesitado de reformas, que ni es tuyo, ni lo será y que se come tu sueldo con tal rapidez que, no es que no te puedas permitir perderte en algún recóndito lugar del mundo, es que casi no puedes pagar el abono transporte. Pero como poder elegir adecuadamente sin tener la sensación de estar perdiéndose algo por el camino. Y es que en un mundo lleno de opciones que además caben en la palma de tu mano y no abultan más de lo que Apple decida, a veces lo más bonito e saber que solo tienes una opción y que aunque no sea lo que esperaba, o lo que habías imaginado o ni siquiera la más conveniente es la opción que te hace feliz. Y es aun mejor cuando después de un tiempo te das cuenta de que era la única opción posible.