martes, 8 de noviembre de 2011

Devoción o desesperación


"puede que el universo no siempre juegue limpio, pero desde luego que tiene un gran sentido del humor" otra de las perlas sacadas de la conocida serie "sexo en Nueva York" que durante años ha sido mi religión, así como la de muchas mujeres que secretamente se veían identificadas en sus historias. Cuando hablamos del futuro, es difícil hacerlo en términos absolutos, ya que, por mucho que intentemos controlarlo, jamás lo conseguiremos. El futuro no está escrito, a pesar de nuestras muchas encomendaciones a sus deseos.  Hay quien se fía o se cree las famosas leyes de Murphy, que básicamente vienen a decir que nada te sale como lo has planeado, que por mucho que te esfuerces en hacer que la vida baile con la música que tú eliges, hay factores físicos que te hacen cambiar de canción sin previo aviso. Lo que convierte cualquier existencia en la opción aleatoria del Ipod. Empiezas escuchando una canción pero no puedes saber cuál será la siguiente.

Hay quien postula con las predicciones divinas y creen que su destino está regido por los dictados de cierta religión, o Dios, o profecía. Siempre he concebido a Dios como un jugador de rol que se entretiene moviendo sus fichas, o sus participantes a su antojo en un tablero cósmico hasta que decide que su partida ha terminado. Las religiones, sean cuales sean sus preceptos, bases o doctrinas, coinciden en algo: están basadas en el miedo. Por lo que un líder espiritual que predica cierta religión, en un intento de mantener a sus corderitos en el rebaño, suele valerse del miedo de las personas a lo desconocido, a la muerte o al dolor,  más que del amor y la bondad con la que predican, para alimentar la fe de sus fieles. Y no es acaso la base de cualquier creencia. Más allá de las preferencias religiosas, las personas somos capaces de creernos cualquier cosa que nos proporcione un atisbo de seguridad, o una respuesta a la eterna pregunta que nos acecha a lo largo de nuestra vida; que pasara en el futuro, que ocurrirá en mi vida, el clásico "qué será, será?".

 La incertidumbre ante los posibles futuros acontecimientos, sumada a la impaciencia por conocer el desenlace de cualquier situación hacen que leamos cada mañana el horóscopo en el periódico, visitemos videntes, nos limpiemos el aura, estudiemos el karma y analicemos cada acontecimiento, cada frase, cada error, intentando encontrar la conexión divina en ellos. Pero basándonos en la creencia de que todo esta escrito, que no tenemos poder sobre nuestro futuro y que no importa lo que hagamos pues las memorias de nuestra vida ya han sido publicadas en un catalogo cósmico, ¿de que sirve lo que hagamos? ¿de que sirve dolerse por los errores cometidos que nos apartan de cierta persona cuando quizá, simplemente no estábamos destinados a ella? de que sirve hacer planes de futuro si alguien lo ha hecho por nosotros? o porque molestarse en pensar cuál es el mejor camino a seguir si alguien ha dibujado nuestros pasos previamente? 
Es curioso como cada vez que las cosas nos van mal, culpamos al destino o a la providencia y a sus inescrutables caminos en un intento de encontrar una explicación a todo lo que va mal. Y a partir de ahí, construimos nuestras propias teorías de porque las cosas pasan. "todo pasa por una razón" cuando una puerta se cierra, se abre una ventana" no era lo que me convenía" "if it's not meant to be,..." y un largo etcétera para evadir la culpa, para no admitir que quizá esa culpa es solo nuestra, o simplemente que la vida sigue su curso y no tiene por qué haber una razón para todo lo que en ella sucede. 
Otra cosa curiosa sobre la devoción de la que hacemos gala es que cuando todo nos va bien, no se nos pasa por la cabeza pensar que es ese destino, esa religión o providencia quien de algún modo nos lanza un regalo. Todo lo bueno que sucede es fruto directamente de nuestro esfuerzo, nuestro buen juicio, nuestra propia valía para conseguir lo que nos proponemos. Contrariamente a lo que sucede cuando la vida se presenta de forma diferente a lo que habíamos esperado de ella. Entonces, la culpa no es nuestra, es simplemente un castigo karmico del que no hemos podido escapar, o alguna reminiscencia de una vida pasada que dejamos con asuntos inacabados. “Porqué tenemos esa necesidad de pasar de la confusión al confucionismo” porque hay que encontrar una explicación a todo lo que sucede, aprender algo de cualquier revés o relación fallida. Y más aun, porque tenemos que conocer todas las repuestas a esas preguntas sobre el futuro, en lugar de disfrutar del presente que pasa ante nuestros ojos.

Es fácil decir que hay que disfrutar el momento, no preocuparse ni plantearse el futuro, no comprometerse a nada que no sea el presente. Pero en el momento en que los sentimientos de alguien están en juego, dejamos de creer en el utópico "Carpe Diem" para convertirnos en carne de vidente, o de horóscopo, o de cualquier predicción que nos de tranquilidad y seguridad sobre el incierto futuro. 

Buscar algo en lo que creer que mantenga altas nuestras miras, que perpetué la ilusión por la vida ante los excitantes acontecimientos que vendrán, es una vía de escape que nos evita pensar en el biológico final que a todos nos espera. Claro, que solo funciona cuando esas predicciones son buenas, cuando oímos lo que queremos oír. Pues un mal consejo, un mal augurio, e incluso un mal horóscopo escrito por algún becario aburrido, consigue ponernos alerta sobre lo que podría pasar e incluso a la defensiva ante la visión de aquello que se supone que va a ocurrir. Por  lo que realmente, en que nos ayudan todas estas elucubraciones que no nos dicen mas que no importa por donde andes, porque tu camino ya está delimitado.   Pues si te fías de tantas predicciones, horóscopos o señales absurdas o incluso de lo que tú crees que va a suceder, te autosugestionas, te predispones para ello, aunque no tenga nada que ver con la realidad.
 El horóscopo te dice que alguien te va a traicionar, y sin darte cuenta te conviertes en una jugadora de “Cluedo”, mirando a los demás de forma diferente pensando en quién será el traidor; te dicen que tu pareja tiene un secreto y le practicas el tercer grado porque automáticamente piensas que te los pone con otra; te dicen que tendrás que controlar tus finanzas y te haces tacaño hasta con tus colegas. ¿Somos realmente tan simples que encomendamos nuestra vida a una absurda predicción de periódico sensacionalista? no será hora de mandar al destino a tomar por culo, antes de que alguien te mande a tomar por culo a ti y te quedes hecha pedazos.