Tras años
de culto forzado a una religión en la que jamás he creído y que nunca me ha
convencido de que esté basada en verdad alguna, he encontrado la verdadera
filosofía de vida que quiero seguir en mi vida. La base de toda vida es
eliminar el sufrimiento, buscar la felicidad, vivir en equilibrio y conseguir
los objetivos que cada uno se vaya marcando. Para muchos, esos objetivos, son
conseguir dinero, poder, posesiones y demás derivados de la sociedad consumista
en la que nos ha tocado vivir. Pero la vida no está definida por las casas que
se tienen, ni se puede contar por los ceros de la cuenta bancaria, ni se debe
valorar en función del poder que una persona tenga. La vida se ha de valorar
como lo que es, un regalo. Tenemos suerte de vivir y tener la oportunidad de
disfrutar cada día simplemente haciendo un pequeño esfuerzo. Algo tan sencillo
como levantarse, comer, disfrutar de la familia y de los amigos son las
pequeñas acciones que cada día nos llenan la existencia de memorables momentos.
Pero muchas veces nos centramos en la supervivencia social y olvidamos los
verdaderos principios vitales. No es fácil enfrentarse a las obligaciones
diarias, a los problemas, al desamor, a las perdidas... Por ello a lo largo de
los siglos se han creado e impartido doctrinas que mermen ese miedo al sufrimiento
y a la muerte innata en los seres humanos. Vivir con miedo no es vivir. Y en
ese concepto se han basado las religiones a lo largo de la historia. Eliminar
el miedo a la muerte, dar esperanza, proporcionar confort y tranquilidad para
enfrentarse a la vida es alguna de las bases de las diferentes religiones. Y
hasta ese punto, no presentan ningún problema ni conflicto moral, ya que a
primera vista lo único que pretenden es ayudar a las personas a alcanzar esa
ansiada felicidad. Pero cuando esas doctrinas se hacen dogmas, eso principios
se hacen normas y esa fe se convierte en extremismo, toda religión deja de
funcionar y lleva al conflicto. En el nombre de diferentes dioses, se han
lidiado batallas, cruzadas y guerras. Por defender una religión y sus
principios escritos se ha matado, mutilado y esclavizado. Y todo ello no ha
llevado más que a la separación de los pueblos que, curiosamente, predican con
la frase de "todos somos hermanos". Pero, en realidad, no hacen más
que avivar el fuego del odio entre las personas y aumentar las distancias que
las separan.
Por ello creo que toda persona debería seguir una filosofía que exija de
ellos mismo ni adoración, ni cumplimiento de normas y que se base en principios
de vida y no de muerte.
Así, empecé a indagar en el Budismo. Una doctrina, no una religión que
siguiendo los principios vitales de su fundador Buda, busca la felicidad y la
paz interior a través de las buenas acciones. No busca la adoración, ni la
sumisión, ni siquiera el cumplimiento de dogma. Sólo ofrece enseñanzas y
principios básicos para una vida feliz. Vivir en armonía con la naturaleza,
tener una vida sencilla, respetar a la gente que nos rodea y básicamente vivir
dejando vivir a los demás son algunas de las enseñanzas que el budismo
predica.
En los próximos blogs nos centraremos en aspectos particulares de eta
fantástica filosofía. Por ahora os dejo un enlace de introducción al budismo
fácil e interesante.
Namaste
http://www.introduccionalbudismo.com/budismo.php