domingo, 27 de julio de 2014

La chocita del Loro, para no parar de reir

Otra alternativa para huir del calor del verano y de los dramas cinematográficos que parecen colmar las pantallas de los cines este verano, es disfrutar de un buen rato de risas en La Chocita del Loro, lo que se suele llamar comúnmente "el club de la comedia". Un variado grupo de monologuistas populares como Santi Rodríguez, Bermúdez o Juan Aroca, forman parte del gran elenco de actores que aseguran las risas durante todo el espectáculo. La última visita fue para escuchar a Alex clavero, treintañero algo desarrapado que parece acabar de salir de algún antro de Malasaña capaz de ganarse al público nada más empezar. Álex representa "Ríete tú de antaño". Un monólogo de casi dos horas en el que revives a cada instante los enternecedores momentos de la infancia. La nostalgia juega n papel importantísimo en la función, haciendo que los espectadores vuelvan a sentirse como niños en pleno crecimiento recordando los grandes momentos de la vida. Las primeras citas, las regañinas de las madres con la zapatilla en mano, la curiosidad por todo, las vagas explicaciones de los padres ante los temas incómodos, y todas aquellas frases celebres que los padres nos han dicho en algún momento durante nuestra infancia; detalles que hacen que hasta el más heterogéneo de los grupos se sienta un poco más unido. Pues, más allá de la procedencia, estado o edad, parece que todos hemos vivido esos momentos tan definitorios mientras crecíamos.
Un viaje hacia la infancia a través de la nostalgia sin olvidar las comparaciones con la vida actual. La fiebre de internet, las tabletas, y el resto de aparatos tecnológicos que se supone que hacen la vida más fácil sin los que no podemos vivir, pero que jamás necesitamos cuando éramos niños. 
Una discreta llamada a la reflexión en cuanto a la simplicidad perdida, la falta de comunicación que parece estar muriendo a manos de "What´s app". 

Un rato de lo más divertido con una atmósfera especial. El teatro no está distribuido en filas de butacas sino en pequeñas mesas de bar con sillas, ciertamente agolpadas para dar cabida a todos los espectadores. Durante el espectáculo se puede disfrutar de una copa y un aperitivo, o varios, y amenizar aún más la velada. Si ya se pudiera fumar en el teatro, sería el plan perfecto. 



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