Otro año se me escapa entre
las manos. Parece que ha corrido más que nunca, como si quisiera llegar al
final del mismo y olvidarse de los meses que arrastra a la espalda. No ha sido
un buen año. No hay más que mirar el periódico, o escuchar la radio, o simplemente
a salir a la calle para darse cuenta de que esa sociedad de la que formamos
parte, se aleja cada vez más de la utópica imagen que albergamos en el corazón.
Trabajo, economía y descontento, son términos al laza como el marisco en
Navidad. L crisis, los desahucios o las excarcelaciones son los tormentos que
amargan el café de la mañana. No hay noticias agradables, ni frases de aliento,
no parece haber lugar para las ilusiones o la esperanza. La vida se ha
convertido en una supervivencia en la que nos esforzamos por mantener el
equilibrio en la corriente de la rutina. Intentamos aferrarnos con los dedos de
los pies a una vida efímera, inerte, apagada, que más alla de abrirnos las
puertas hacia el autodescubrimiento, nos las cierra en la cara.
Aquellos grandes
aspiraciones profesionales, las aventuras y los sueños m se muestran cada vez
más lejanos.
A veces
quisiera no pensar. Ser como alguien a quien no le importa más que el presente,
que no sufre con la desgracia ajena, a quien no le duele ver sufrir a los
dem.as. Quizá la vida fuera mas fácil si no empalizáramos con la gente que nos
rodea de modo que no nos afectasen los males ajenos. Pero como ser humano,
tenemos sentimientos, sufrimos por el que sufre, lloramos por el que llora,
lamentamos el lamento de los demás. Eso nos hace personas y no meros animales
que se guían por sus instintos más primarios.
Pero ha
pasado otro año y la vida nos ha castigado un poco más. Cambios de trabajo,
dificultades económicas, cambio o perdida de la pareja.... Esa es la vida dirían
algunos. Igual que otros, en un intento por reconfortar a quien se lamenta por
sus desgracias, dirían que si no se sufre no se vive, que la vida igual que el
amor, es dolor. Pero cuánto dolor soportamos, cuanta decepciones somos capaces
de racionalizar, disfrazar, ocultar, olvidar, para seguir con nuestra pequeña
rutina. Cada año somos unos poco más viejo, estamos un poco más cansados y nos
sentimos almo mas decepcionados pus el tiempo ha vuelto a marcharse sin
dejarnos cumplir algún sueño.
Y llega la
Navidad, que además de traer regalos que colocar bajo el árbol, espumillones
conque decorar la casa, luces que brillen en los austeros balcones y más
calorías de las que consumimos en un mes entero; nos traen arrepentimientos y
fracasos. No vivir donde habíamos soñado, no tener lo que más deseamos o no
estar con quien más amamos o hemos amado.
Y cada año
pensamos que el siguiente será mejor, que el mismo día uno de enero empezaremos
una serie de cambios que harán nuestra vida más fácil, que nos traerán
felicidad, que nos harán sentir mejor. Pero cada unos de enero lo pasamos
durmiendo la resaca del día anterior y reposando la extensa comida, y olvidamos
la lista de propósitos casi inmediatamente.
Quizá este
año sí que será diferente. Pues no importa lo que el día a día traiga consigo,
sólo tengo un propósito y es ser feliz. No dejaré de fumar, si no lo veo
acertado, ni me apuntaré al gimnasio porque sé que no voy a ir, ni me comprometeré
con más organizaciones a las que no puedo prestar atención.
Quiero ser
feliz, y perseguir esos sueños que alguna vez tuve y que guardo en mi pequeño
baúl, en mi wish list.
Y si al
perseguir la felicidad hago daño alguien, ruego me disculpe. Pero nadie puede
hacer feliz a otra persona si no es feliz consigo mismo.
Propósito
de año nuevo: ser feliz cada día.
Ni una
lágrima si no es de alegría
ni
reproches, ni lamentos, ni melancolía
Ni un
segundo sin sonreír,
ni un
momento sin sentir.
No habrá
más días oscuros,
no habrá
más pozos profundos
no pasara
ni un segundo,
sin querer
ser parte de este maravilloso mundo.