jueves, 17 de abril de 2014

Edredones, pollo frito y otras animaladas.

 

¿Conocéis a algún vegetariano? Ser vegetariano es realmente difícil. Lo primero, e difícil encontrar variedad de derivados de soja o productos que no sean de origen animal en España, un país que tiene por himno nacional las trompetas de una corrida de toros y que considera al jamón serrano la base de la pirámide alimentaria. A pesar de los buenos propósitos de los supermercados de origen ecológico y de la gran variedad de frutas y verduras que encontramos en las tiendas, los cierto es que ser vegetariano no es fácil ni barato. Es más barato consumir un filete o pollo que conseguir hamburguesas vegetales o un poco de tofu. Pero una vez que se encuentra el lugar idóneo donde hacer la compra, la batalla no ha terminado. Después hay que enfrentarse a la familia y a los amigos que no entienden el porqué no comes jamón, chorizo o solomillo.; productos que consideran la ambrosía de los dioses. Además de tener que explicar los beneficios del vegetarianismo, los escasos riesgos si se lleva una dieta sana y las múltiples ventajas de no comer carne, está el problema de la mera incomprensión. Esta actitud es la más perjudicial y peligrosa en cualquier ámbito. Si se ignoran los beneficios de una práctica como ser vegetariano, se pueden explicar y hacer entender. No se compartirá la misma visión, pero al menos se aceptará. Pero aquellas personas que simplemente se niegan a escuchar otro punto de vista y que, no sólo no lo entienden, es que ni siquiera lo respetan. Pues bien, esta entrada va dirigida a ellos, a todas las personas que pasean abrigos de piel, que se abrigan con edredones de plumas animales, que bien una existencia carnívora sin pararse a pensar la repercusión que ello tiene en los animales. Aquí van algunos de los ejemplos más sádicos de cómo el hombre obtiene los productos que consume. (No olvidemos que los animales tienen sentimientos, y ni siquiera  somos capaces de darles una muerte digna)
Edredones de plumas de oca, para conseguir estos edredones y mantener el culito caliente en invierno, a las ocas se las despluma de dos a tres veces en toda su vida arrancándoles las plumas con tantísimo dolor que muchas de ellas mueren durante el proceso. 

Abrigos de piel, la mayoría de los animales que sirven para hacer abrigos tienen una piel tan sensible que se echa rápidamente a perder. Por ello, se les arranca la piel a tiras mientras están vivos para que a través de su dolor y consecuente muerte, alguna reinona luzca un abrigo. Y a eso se le llama moda, a llevar un cadáver a los hombros. 

Para abastecer a la gran cadena KFC, las granjas de pollos se han mecanizado de tal forma que los pollitos pasan por cintas de montaje, cayendo de plataforma en plataforma rompiéndose incluso las patas y el pico en la caída hasta llegar al lugar donde serán desplumados, descuartizados y enviados a algún grasiento restaurante para dejar su alma entre los dientes de alguien. 

Para conseguir ese preciado foie francés, a las aves se les mete un tubo por la boca para inflarlas de tal forma a base de grasa que adquieran una cirrosis que las mate y de lugar así al manjar. Así que cuando se disfruta de un poco de foie y se ve ese tono amarillo por encima, es posible que sea la dolorosa cirrosis que fue la causa de la muerte de algún ave en algún lugar del mundo. 

Y para terminar con esta pequeña lista, los toros. No hace falta decir que como espectáculo es algo tan deleznable como salvaje. Pero para empeorar esta situación, la carnicería que se práctica en las corridas, se aplaude como si fuera una gran hazaña. Es repugnante, sencillamente asqueroso y cruel. 

Dado que el ser humano está al final de la cadena evolutiva, se cree con derecho a hacer según le plazca con cualquier ser vivo que corra por la madre tierra. Si el mundo está así ideado, sí se puede aceptar el consumo de animales para la supervivencia. Pero lo menos que se puede esperar de los seres con el cerebro más desarrollado es tener al menos la compasión y el respeto por los animales que éstos se merecen. 

Ojalá la gente se lo piense más de una vez la próxima vez que coma foie, o compre un abrigo de piel o una figura de marfil. Pues detrás de todas estas cosas tan innecesarias se esconde el sufrimiento de una animal inocente. 
Quieres tener un animal en casa, no compres un abrigo, adopta un perro. 
Te gustan las ocas, monta un estanque en el jardín. 
Consumes pollo, que sea ecológico. 
Un pequeño gesto para devolver la dignidad a esas pobres criaturas.