Si Calderón dijo que
"los sueños, son sueños son", me pregunto qué diría ahora que vivimos
en unos tiempos tan difíciles en los que soñar es un lujo. La vida se
basa en los sueños, más o menos importantes, más o menos realizables, pero lo
cierto es que nos pasamos la vida soñando. Nada malo en ello podemos encontrar,
a menos que esos sueños no se han realidad. quizá la excesiva exposición a las
películas animadas, a los dibujos, a los cuentos, nos hacen creer que la vida
nos dará todo aquello que deseemos, no sin antes trabajar duro para
conseguirlo, pues como las moralejas, y los padres, se encargan de enseñarnos,
nada hay que no requiera esfuerzo.
Quizá esa
sea una de las primeras mentiras que encontramos en nuestra tierna infancia, ya
que los padres, en un intento por enseñarnos el verdadero valor de las cosas,
nos hacen creer que todo merece esfuerzo, que la recompensa por el trabajo bien
hecho es más gratificante que lo que no ha requerido ningún esfuerzo. Pero al
crecer te das cuenta de que, mientras aún estás persiguiendo tus sueños y trabajando
curo para hacerlos realidad, hay gente que consigue lo que se propone sin
merecerlo, sin trabajar por ello, sin esforzarse. Véanse los famosos de medio
pelo que por contar el último polvo con otro de su calaña, se embarcan en carreras
de las que no sabían ni si se estudiaban en la universidad. Famosillas que
escriben blogs, aunque sea para copiar a otras, cantantes de poco éxito que
diseñan ropa, golfos de profesión o "niños de papá" que escriben
libros, aunque tengan a un equipo de "ghost writers" detrás.... En fin,
lo que es el intrusismo de toda la vida. Puede decirse que ellos han cumplido
sus sueños, mientras otros siguen peleando por ellos.
Pero eso
no nos desanima, seguimos al pie del cañón, planteando metas, imaginando
destinos, ideando planes de vida. Algunos los conseguimos, oros no, pero eso
nos hace dejar de soñar.
Pero como
decía toda la vida se basa en soñar. Por mucho que la gente predique con la
famosa frase "Carpe Diem", que han oído alguna vez en un libro o en
una página de citas famosas, lo cierto es que realmente se encuentran muy pocas
personas que dirijan sus vidas en base a esta filosofía.
¿cómo es posible vivir al día en un mundo en el que debes
empezar a pagar una hipoteca nada más terminar la universidad, dónde lo del año
sabático parece un mito de la historia de un país, donde las familias han de
ayudarse más que nunca para pagar las facturas? Y eso sólo por nombrar algunos
ejemplos. Antes buscabas trabajo, y podías darte el lujo de seleccionar el que
más te gustase, el mejor pagado o darte “le capricho” de solicitar un aumento
de sueldo al considerarte un candidato más que válido para el puesto. Ahora, te
conformas. Te ofrecen menos que a tu compañero por llevar menos tiempo en la
empresa, y te resignas. Te dan menos opciones que a tus homónimos en otros
países, y te aguantas. Te cambian el horario para cubrir turnos que antes
llenaban otras personas, y te consideras afortunado por tener más horas aunque
sólo veas a tu familia cinco minutos a la semana. Todo ello hace difícil soñar.
Pero aún así, mantenemos la esperanza de que haya algo
más allá de lo que la realidad nos pone delante.
Llamémoslo religión, en algunos casos; digamos que son
quimeras; pongamos que son esperanzas. EL caso es que sin sueños no podemos
vivir, pues la vida sería demasiado triste sin esas pequeñas o grandes ideas
que nos hacen luchar cada día, que nos hacen levantarnos y pensar que las cosas
serán mejor.
Al igual que la niña que sueña con ser princesa; el niño
que sueña con ser futbolista; la joven que quiere ser actriz; el muchacho que
aporrea una guitarra pues quiere ser cantante; las mujeres que sueñan con la
igualdad; los hombres que sueñan con…. Mejor dejémoslo ahí.
Todos tenemos sueños, y cuando no se cumplen fabricamos
otros con la imaginación y el deseo de mejorar aquello que no nos gusta. Pues
al final, es lo único que nos queda, soñar. Despiertos o dormidos. Necesitamos
pensar que la vida nos recompensará, ya sea en este mundo o en el siguiente,
que nos dará finalmente un premio al esfuerzo, un Óscar honorífico a una vida
de sacrificios que nunca nos dio premio alguno.
No se sé si conseguiré mis sueños, pero nunca dejaré de
tenerlos.
“los viejos sueños, fueros buenos sueños. No se
realizaron, pero me alegro de haberlos tenido”.