Ya hemos dado el pistoletazo
de salida a esa primavera que a pesar de haber empezado el pasado marzo, se ha
resistido a llegar. Pero parece que, si las cosas no cambian, esta semana santa
gozaremos de un buen clima que impulse la economía costera con hordas de
turistas sedientos tras horas tocando el claxon en la carretera hasta llegar a
su destino.
El perfil
del turismo en España ha cambiado a los largo de los años. Tiempo atrás, la
semana santa era la excusa perfecta para hacer una escapada urbana fuera de
España y deleitarse con el arte de Florencia, el modernismo de Berlín, la
belleza de Londres o las fragancias holandesas. Un puente perfecto para gastar
ese dinerito ahorrado tras la terrible cuesta de Enero que azotaba a la
economía familiar tras los excesos navideños. Pero con los tiempos que corren,
no han sido suficientes los intentos de webs como "atrápalo" y otros
buscadores de descuentos por sacarnos del país. El turismo se interioriza. Y
volvemos a lo tradicional, al pueblo. Ya sea de los padres, de los abuelos o de
los colegas, o algún lugar que ni siquiera hayamos visitado, hacemos el petate
y nos aprovechamos de esos cimientos rurales que no requieren más gasto que una
bombona de butano. Además teniendo plaza en medio del pueblo, tendremos bares y
por tanto terraza. Esa es la clave para disfrutar del ocio. Podemos recortar
todo tipo de gastos pero que no me toquen la terraza.
Para
salvar un poco nuestra economía personal, hacemos malabarismos para
estirar el sueldo lo suficiente para pagar por el desayuno diario en el bar de
camino al trabajo; el café de media mañana; la cañita de antes de comer; la
consecuente comida regada posiblemente, con el elixir de Baco; las cañas de
después del trabajo, pues ha sido un día durísimo; y por supuesto las cañas
sociales de Viernes en sol, de sábado por el barrio o Huertas antes de salir o
bien por la Latina después de merodear por el Rastro. Pero esa inversión
social, tiene un alto precio. Aunque desde hace tiempo, los lugares como los
"100 montaditos" o "la sureña" nos echan una mano con sus
reducidos precios. Cómo reducir el gasto entonces, parece el principal problema
a resolver. Tras meses de crisis hemos desarrollado infinidad de pequeños
trucos caseros para ahorrar algunos euros en las compras cotidianas.
Compramos
en supermercados Día por ejemplo, que es barato y muy práctico. Tanto como sus
abre fácil", que se abre tan bien que cuando que cuando quieres abrir un
paquete, te estalla en la cara. ¿fácil no?
O bien
compramos en Carrefour que no cobran por las bolsas ni los portes, y son muy ecológicos.
Te dan unas bolsitas que cuando llegas a casa se han desintegrad solas.
IS hay que
ahorrar en luz, ponemos velas, o hacemos las tareas que requieran luminosidad
durante el día para poder apagar las luces en cuanto oscurece o no darlas. O
bien poner unas velas, que queda muy bohemio.
S queremos
ahorrar en transporte, nos vamos andando, que así hacemos ejercicio y no
pagamos por el gimnasio. Que, como todos sabemos, el dinero que pagamos es casi
una subvención pues nunca vamos de todas formas.
Las pelis
en el cine, no. Si acaso, el día del espectador, que nos las podemos descargar
gratis.
La música
y los libros, de descarga. Que la SGAE se lleva mucha pasta.
Pero si
queremos ahorrar de verdad, sólo hay que ser tradicional.
Que se
celebra algo, pues en casita con picoteo casero, que viste mucho y cuesta
poco.
Que
tenemos vacaciones, pues al pueblo de los abuelos.
Que
queremos comer fuera, a casa de los papis.
Que hay
que renovar el vestuario, pues renovamos la ropa, que con decir que es
"vintage", nos vale.
En fin,
todo ello sumado a los cambios de compañía de teléfono, gas o electricidad en
busca de las mejores tarifas.
Y con ello
vamos manteniendo el nivel de "cash" necesario para las cañitas y sus
parientes. Porque estamos en crisis, porque la vida no nos ha dado lo que
queríamos, porque hay que ahogar las penas, porque pase lo que pase, sabemos
disfrutar de la vida.
Bottoms up!!