Navegando por internet en un intento
de encontrar la inspiración necesaria para el último artículo que estoy
escribiendo, me he topado con un blog que se llama "las palabras más
bonitas en español". El blog propone un espacio en el que cada
participante propone sus diez palabras preferidas, ya sea por la sonoridad, el
significado o por la utilización de las mismas. Me ha parecido una fabulosa
idea. Un lugar donde compartir los sonidos que nos llenan la boca al
pronunciarlos. Me emocionan los lugares donde la palabra es la protagonista y
no lo que se dice con ellas, sólo se admira la belleza intrínseca de cada
sílaba, letra, sonido por lo que son. Dejando aparte algunos comentarios de los
graciosos de siempre que consideran que los exabruptos son palabras hermosas,
podemos encontrar respuestas interesantes. Desde los que dicen que la simple
palabra "zanahoria" les parece una combinación sonora perfecta a los
que utilizan términos de gran significado como "honestidad",
"libertad" o "sinceridad". Sorprendentemente una de
las palabras que más se repite en el blog es "amor". Amor es quizá el
término más difícil de definir ya que, como cualquier sentimiento es totalmente
subjetivo y tiene tantas variante como personas hay en el mundo. Existen muchos
tipos de amor, el que tienes a la familia, a los hijos, a los hermanos a los
amigos y hasta a tu perro. Pero cuando se habla de amor, se entiende que es el
sentimiento que se crea en el núcleo de una pareja.
Amor, un sentimiento
que, sin obedecer a normas, parámetro o lógica alguna, se desarrolla entre dos
personas que comparten, no sólo una atracción sensorial, sino un sentido de
pertenencia, dependencia y preocupaciones mutuamente. EL amor es tan complicado
que aventurarse a dar una definición sería como una clase de matemáticas
avanzada, en la que no importa las veces que te expliquen cada concepto,
simplemente no lo entiendes.
El amor viene
definido por una atracción entre los interesados. Dicha atracción corresponde
muchas veces al mero aspecto físico, pero otras, se refiere a otros atributos y
cualidades. Desde la forma de mirar, o de hablar hasta la blancura de los
dientes pueden ser factores decisivos en la iniciación de una pareja.
Pero como se
desarrolla el amor, es algo inexplicable. Cuando te enamoras, te adaptas,
cambias, te amoldas, te acomodas, dejas de hacer muchas actividades que antes
formaban parte de tu vida y adoptas unas nuevas costumbres que nunca penaste que
pudieras disfrutar. Entras en contacto con la familia, con los amigos de tu
pareja, con sus rutinas, con sus virtudes y sus defectos. Y lo aceptas todo sin
miramientos porque el amor te ciega, te cambia, te hace ver el lado positivo de
todo hasta de los problemas y los defectos o las situaciones perjudiciales para
ti. Llegas a crear una necesidad imperiosa de luchar contra el mundo para
defender a tu pareja aún poniéndote en contra de otros. Quizá por miedo a
quedarte sin esa otra mitad, quizá porque entiendes que el amor es
sacrificio, quizá por cabezonería o por no querer admitir que tu relación es
tan disfuncional como una estufa en pleno verano.
Igual que no se puede
definir el amor en términos absolutos, no se sabe como empieza ni donde acaba.
El amor igual que las personas cambian, se transforma, se adapta y a veces
muere.
A pesar de la belleza
implícita que la palabra engloba y de ser una promesa de felicidad para todo
ser humano que de forma natural tiende a relacionarse con sus semejantes, el
amor tiene tantas contraindicaciones como auto medicarse. Pues nunca sabes la
dosis más adecuada, o la forma de tomarlo o qué hacer si te sienta mal.
Pero sigue siendo una
palabra hermosa, que todos queremos, que todos buscamos. Pero al igual que la
vida misma, no siempre sabemos aprovechar.