Mientras tomaba un descanso
entre las aventuras de Juliett, me puse a ordenar un baúl que tengo en el
salón. Siempre he querido tener un baúl como los que he visto en películas como
"los puentes de Madison". Hecho de madera, pintado con algún motivo
bucólico en tonos pastel,... Una cursilada puede parecer, pero todos
necesitamos un baúl en la vida. Allí podremos guardar todos esos pequeños objetos
que, más allá de su valor económico, representan algo importante en nuestra
vida. Quizá no es más que un puñado de fotos, un pequeño joyero lleno de
pulseras de macarrones, o un chal de encaje de nuestra abuela. Puede que no sea
nada caro, ni siquiera bonito, pero son todas las cosas que, pasado un tiempo,
volveremos a ver y nos llenarán de nostalgia y ternura. Estaba buscando entre
todas las fotos y abalorios, en busca de las viejas guías de viaje que me han
acompañado en mis escapadas perro flauta, y he encontrado una preciosa
caja de madera que pinté yo misma hace años y se me ha ocurrido convertirla en
una caja de sueños, una especie fondo de inversión para el futuro. Me he puesto
a pensar en todo lo que me gustaría hacer en los próximos cinco años, todo lo
que más deseo, los lugares que quiero visitar, la gente que quiero conservar en
mi vida y las metas que quiero alcanzar. He introducido una lista de deseos en
la caja y algo que me recuerde a ellos. He cerrado la caja con un precinto que
pone 5, los años que me concedo para conseguirlo. Y espero que dentro de cinco
años, vuelva a abrir esa caja y lo que ahora son sueños, se hayan hecho
realidades.
No es
fácil conseguir siempre lo que uno se propone, el tiempo pasa y mata los sueños
entre rutinas y decepciones. A veces los sueños no se cumplen, pero nada ni
nadie te puede quitar la capacidad de soñar.