jueves, 3 de octubre de 2013

Política

Parafraseando a compañeros dedicados al infumable papel cauche, "vamos a tratar un tema de rabiosa actualidad". La política. La política parece haberse hecho dueña de nuestras vidas  y ha pasado a ser algo de lo que sólo unos cuantos pedantes hablaban en las reuniones de empresa a un tema candente presente hasta en el primer café de la mañana de la mano de los noticiarios, del camarero que tarda más de la cuenta en hacer el zumo natural, o del taxista que airea una bandera española que cuelga del retrovisor. Muchos son los que hablan de política y se consideran entendido por el hecho de opinar sobre el caso Bárcenas, o por conocer las cifras del paro que, en Septiembre, ha subido de nuevo.  Pero de dónde viene el término "política", y qué significa, deberían ser las dos primeras preguntas a contestar. Qué es la política, durante siglos se entendía la política como el medio de llegar a acuerdos y tomar decisiones que resultarán beneficiosas para una comunidad determinada. El pueblo elegía a sus representantes para que les dieran voz frente a sus señores feudales, a sus gobernantes o reyes. Ahora, el pueblo sigue eligiendo sí, pero no a sus representantes, sino a aquellos que sean "menos malos" o "menos corruptos". Y no les eligen por la cantidad de mejoras que puedan implantar en la comunidad sino por el número de vagas promesas que puedan incluir en su plan electoral. Una de las primeras definiciones de "política", nos la ofrecieron los griegos que a través de sus estudios en "la Academia", se crearon documentos y escritos que reflejaban las inquietudes del pueblo. En la antigua Grecia ya se observaban pequeñas "polis", de donde viene la palabra política, que eran consideradas como grupos o asociaciones que luchaban por un fin común. Pero la política se remonta en realidad a tiempos mucho más antiguos. Podemos situar sus orígenes en el neolítico, cuando la sociedad empezaba a asociarse y a formar uniones que les hicieran más fuertes ante los peligros de la vida de entonces. Por lo que era preciso erigir líderes de opinión y gobierno, ya fueran jefes de tribus o bravos guerreros que velaran por el bienestar de la comunidad. Pero esa definición ha quedado más que obsoleta en estos tiempos. Quién entiende de verdad lo que la política significa cuando la representación ciudadana está sesgada por la corrupción, por la cantidad de político de medio pelo que se pasan las mañanas discutiendo en el congreso como si fuesen niños en el patio del colegio. Cómo confiar en estos personajes que ganan en un mes lo que una persona normal gana en un año. Cómo fiarse de alguien que delante de millones de personas dice jocosamente que lo mejor de Madrid es tomarse  " a cup of café con leche". Con semejante representación internacional, quizá sea hora de dar una nueva definición a la palabra política. Dejar de pensar en los modelos utópicos modelos propuestos por los griegos en los que el líder era una persona que velaba por los intereses de la comunidad y aceptar el hecho de que por muchas promesas que nos hagan, cada uno debe velar por sus intereses particulares.